Las Malvinas son Argentinas, pero... ¿porqué?

Estas palabras, que forman parte de una extensa carta de José Hernández publicada en el diario “El Río de la Plata” en el año 1869, nos hacen reflexionar acerca de nuestra obligación como pueblo de no olvidar, de darnos cuenta que si nos resignamos a entregar nuestro territorio sólo estamos dando lugar a que mañana vengan por más, de recordarle a cada uno de nuestros gobernantes su deber de exigir siempre y en todo momento y lugar la devolución de lo que nos pertenece; y las Islas Malvinas, nos pertenecen…

Son argentinas por una cuestión geográfica, ya que son parte de nuestra Patagonia al estar unidas al continente americano por una elevada meseta submarina, y forman parte además de un vastísimo arco insular denominado Arco Argentino o Antillas Australes que se inicia al este de la Isla de los Estados e incluye no sólo a las Islas Malvinas, sino también a las islas Georgias y a las Sándwich del Sur.

Son argentinas por una cuestión política, ya que pertenecían a España de acuerdo a las Bulas Papales de 1493, un año más tarde ratificadas por el Tratado de Tordesillas y pasaron, por derecho de sucesión, a pertenecer a las Provincias Unidas del Río de la Plata. La soberanía argentina sobre las islas tiene así su origen en el derecho español sobre los territorios americanos y es heredada con nuestra independencia.

Son argentinas por una cuestión legal, ya que reafirmando su soberanía sobre esas tierras, Argentina tomó formal posesión de las mismas en Noviembre de 1820 cuando “en nombre del estado argentino” se izó el ellas por primera vez el pabellón celeste y blanco. Cinco años después, Londres reconoció la independencia de las Provincias del Río de la Plata aceptando la totalidad de las tierras heredadas por nuestra flamante república (incluidas las Islas Malvinas).

El 10 de Junio de 1829 asumió su cargo el primer gobernador de las islas, Don Luis Vernet, quien bajo su gestión realizó una magnifica actividad colonizadora y comercial. El 2 de Enero de 1833, se hizo imprevistamente presente en las islas la fragata inglesa “Clío”, y su tripulación, al mando del capitán Johan Onslow, arrió la bandera argentina e izó la británica tomando posesión inmediata de las mismas. José María Pinedo, quien era en ese momento gobernador de las islas, no ofreció resistencia debido a la desproporción de las fuerzas.

La historia posterior es un poco más conocida: los reclamos nunca escuchados de los distintos gobiernos argentinos ante las organizaciones internacionales durante casi 150 años, derivaron en esa aventura irresponsable que fue el intento de recuperación de las islas por la vía militar en abril de 1982 y que originó días después, la inadmisible guerra. Un guerra que, como expresó el escritor y periodista Mempo Giardinelli hace algún tiempo, “sigue siendo algo de lo que acá no se habla, una guerra que todavía muchos no saben si recordar con orgullo o con dolor”. Y esto es fruto, agrega, de que la guerra es un trauma no resuelto por el pueblo argentino, trauma que es a su vez producto del “impresionante proceso de desmemoria forzada” que siguió a la derrota. Este trauma, esta herida abierta en el pueblo argentino, no sólo tiene que ver con esa derrota, sino también con la vergüenza que sienten muchos por haber caído en la trampa del general Leopoldo Fortunato Galtieri, que aprovechándose del sentimiento unánime que provocaba la causa Malvinas en nuestro pueblo, les hizo imaginar un triunfo bélico imposible y tapar así los crímenes de la dictadura más sangrienta de la historia argentina.

El feriado nacional del 2 de Abril fue establecido en 1983 por el presidente de facto Reynaldo Bignone, un año después Raúl Alfonsín interpretó que esa fecha reivindicaba las acciones de la dictadura y la reemplazó por el 10 de Junio, recordando el día en que fue nombrado el primer gobernador argentino en las islas. En el 2001, un repudiable acuerdo entre el gobierno de Fernando de la Rúa y las Fuerzas Armadas para “elevar el rango del tema de las islas Malvinas” y compensar así el impacto que provocaría días después el repudio a los 25 años del golpe de Estado, anuló el feriado del 10 de junio y lo estableció nuevamente el día en que las tropas argentinas desembarcaron en las islas. Este hecho no hace más que reivindicar la acción demente del general Galtieri jugando con los sentimientos del pueblo argentino y contribuye, sin dudas, a seguir retrocediendo en la causa, a seguir renegando la derrota y a dejar la herida abierta en nuestro pueblo.

Es muy importante que los argentinos comencemos a cerrar esta herida, que retomemos el tema a la vida cotidiana y que no olvidemos, aunque más no sea por respeto a los más de seiscientos jóvenes que dejaron allá sus vidas y por los otros casi seiscientos veteranos que se suicidaron en los años posteriores. Malvinas es uno de los últimos reductos americanos donde prevalece el colonialismo europeo y la legitimidad de la soberanía argentina sobre ellas es una gravísima deuda de la comunidad internacional hacia nuestro pueblo, que no debe renunciar nunca a sus deseos de recuperación de las mismas.

dp